Mi vida se derrumbó como un castillo de naipes cuando yo tenía 13 años. De tener una familia completa, ir a un colegio que me gustaba, estar cerca de mis amigas de siempre y empezar a navegar las aguas del primer amor, de repente lo perdí todo.
Y no te imaginas lo difícil que fue gestionar tantos cambios repentinos siendo tan solo una una niña.
En una nueva ciudad, en casa de mis abuelos maternos, con un hermano de un año que tenía que crecer sin un papá, a diferencia de mí que por 12 años sí lo había hecho, y una mamá con sonrisa triste que luchaba contra ella misma para ser la roca de nuestra nueva pequeña familia, empecé a escribir.
Empecé a escribir con miedo, con lágrimas, con rencor.
Escribí con ira, con expectativa, con ironía.
Escribí con timidez, explosiva y contradictoria.
También escribí feliz.
Escribí la vida, mi vida. La que tenía y la que estaba construyendo, pero también la que quería vivir, cuando las tormentas pasaran y yo, mi mamá y mi hermano empezáramos a recoger los escombros de nuestra vida de antes y nos sintiéramos mejor para continuar.
A mis 13 años no lo sabía, pero me estaba iniciando en algo a lo que más tarde le pondría un nombre: escritura terapéutica.
Pero, quizá ahora que me lees, te estés preguntando qué es.
¿Qué es la escritura terapéutica?
Así como su nombre lo dice, la escritura terapéutica es utilizar la escritura como una terapia personal y una herramienta de introspección y autoconocimiento.
El autoconocimiento de ser conscientes de nuestras emociones, creencias y vivencias, y de la oportunidad que tenemos en nuestras manos de hacerlas consciente, reflexionar sobre ellas y sanarnos, sacando nuestras propias conclusiones.
Su intención es ayudarte a desarrollar el hábito de explorar, observar y ver tus problemas desde otra perspectiva, siendo tú y solo tú tu propia terapeuta.
Pero aunque esto se lee muy poético y puede sonar a cliché, quiero dejar en claro algo.
No es que escribas y sanes todas las heridas y los conflictos emocionales que tienes de forma instantánea.
Eso es imposible. Pero sí es una herramienta creativa y terapéutica que te permite ver más allá de la superficie, ser más consciente y empezar a integrar nuevos hábitos que te permiten tener un estilo de vida más sano, lígero y feliz.
De ahí que los que la practican y nos dedicamos a ello digamos que sí, que efectivamente la escritura es sanadora.
¿Cómo funciona?
El concepto de este tipo de escritura es simple: solo tienes que escribir aquello que pase por tu mente sin juicios ni filtros. Aquí lo que menos importa es sonar bien o escribir perfecto. Este ejercicio se centra en poner las emociones y tus pensamientos en el papel.
Hay varias maneras de practicar la escritura terapéutica. Puedes hacerlo sola o sola, escribiendo en tu libreta favorita, puedes participar en grupos de escritura con ejercicios guiados de mano de una guía, o puedes utilizar el journaling y escribir a modo de diario personal.
Lo cierto es que, como siempre digo en mis talleres, solo necesitas tener papel, un bolígrafo y muchas ganas de conectar con la persona más importante de tu vida: tú.
Si eres místico o mística como yo, quizá le agreges algo más al ambiente para hacer mucho más íntima y especial la experiencia de escribir. Yo pongo incienso, enciendo una vela, y acompaño ese momento con una bebida.
Primeras impresiones de la escritura terapéutica
Es normal que al principio no sepas muy bien qué hacer delante del papel y te bloquees ante la hoja en blanco.
Es normal y a muchas personas les pasa, por eso yo recomiendo mucho empezar con escritura guiada para que sueltes el miedo al lápiz.
Muchas veces es más fácil y enriquecedor contestar las preguntas de los ejercicios propuestos por otra persona.
Pero sea cual sea el caso, tanto si escribes a solas como si lo haces en tribu, recuerda que esas emociones y sensaciones son completamente normales.
Si las sientes…
No te obligues a escribir un tratado pero tampoco te detengas, sigue escribiendo.
Escribe por lo menos por qué no quieres o no puedes escribir. ¿Te cuento algo? Eso es precisamente lo que yo hago en mis días de bloqueo. ¡Yo también los tengo!
Si estás en grupo no te compares con los textos de tus compañeros, no estás en una carrera. Recuerda que lo importante es el encuentro poderoso contigo mismo.
Lo mejor de la escritura sanadora
- Nos ayuda a conocernos a nosotros mismos y balancear nuestras emociones
- Tiene un impacto positivo en nuestra salud emocional y física
- Activa nuestra creatividad
- Nos motiva a crear hábitos de vida positivos
- Nos ayuda a ver nuestros problemas desde otra perspectiva
- Y nos ayuda a ser más conscientes y presentes
- Y nos ayuda a ser mejores escritores
- Nos ayuda a manifestar
Además, una de las mejores cosas de la escritura terapéutica es, sin duda, que es una herramienta terapéutica de bajo costo, a la que puedes acceder en cualquier momento y desde cualquier lugar.
Es una herramienta íntima, privada y personal a la que todos, absolutamente todos, tenemos acceso. Además que es tremendamente creativa y poderosa.
En mi caso, mucho ha llovido desde que convertí la escritura en una parte fundamental de mi día a día y en mi herramienta preferida de catarsis personal.
Son tantas las cosas que he aprendido a gestionar de otra manera desde que lo hago, tantos los aprendizajes y las veces en que me he visto y reconocido en cada letra, que ahora me dedico a ser una guía para que los demás también lo puedan lograr .
¿Y de la niña de 13 años qué te puedo contar? A veces siento que vuelve y que quiere tomar el control de mi vida con sentimientos y viejas emociones que ya no le pertenecen a la adulta que soy, pero cada vez que la veo, escribo. Escribimos. Pero de eso hablamos en otro post.
Recuerda que si quieres iniciarte en la escritura terapéutica y hacerlo en grupo, únete a mis sesiones online de #escrituradesahogo.
¡Feliz escritura!
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